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Un lobo a la vera del fuego
Edicions de 1984
Barcelona, 2014

Albert Camus definió el estilo de los grandes escritores moralistas franceses diciendo que, con las máximas, «más que legislar, pintan». Si pintar, pues, es otra forma de escribir, hoy por hoy prefiero las letras y las palabras a los colores y las formas. El primer intento, Cròniques de disseny amb gust de menta, vainilla o xocolata (Tres i Quatre, 2012), me fue recompensado con el Premi Nacional de Disseny de la Generalitat de Catalunya por su carácter de «libro de memorias personales y profesionales que dejan constancia del aprendizaje de un oficio desde algunos momentos singulares de su historia creativa y personal, que se convierten en estallidos de reflexión artística general». Este segundo, Un llop a la vora del foc, presenta cincuenta relatos breves de unps tiempos y lugares donde palpitan antiguas emociones y observaciones de adolescencia, juventud y madurez que todavía respiran (algunas muy recientes), enlazadas por un hilo policromado por el arte, la música, la arquitectura, el diseño y la literatura; todas ellas formas culturales que convierten estos apuntes en una especie de versión personal de lo que las agencias de viajes llaman, en un lenguaje harto pomposo, «turismo creativo».Pese a que las peripecias convencionales, como la visita a un museo, o a un monumento recomendado en las guías, constituyen experiencias personales intransferibles, una vez repensadas al calor del fuego ciertas anécdotas de viajes de placer se proyectan mucho más allá erigiéndose, tomadas con una pizca de ironía, en las aventuras más épicas, éticas o estéticas que imaginarse pueda. Hijo de la Barcelona bombardeada que el abogado Gregorio Peces-Barba —ja traspasado y al que debo la devolución de un pasaporte requisado durante el franquismo— se pirraba por volver a ver en tal estado, diseñador gráfico galardonado con el Premio Nacional de Diseño y el Premi Nacional de Disseny, licenciado en Bellas Artes y profesor en la Universidad Pompeu Fabra y en la Escuela Tácnica Superior de Arquitectura de Barcelona, publicó el ensayo Las iniciales ilustradas de Junceda (Alta Fulla) en 1983, y desde entonces no ha dejado de escribir, compaginando la profesión con la redacción de libros y artículos de historia e investigación. Llevo hecho tal acopio que los dejo momentáneamente de lado para ejercitarme en la forma narrativa, al calor del fuego, librándome poco a poco de una disciplina técnica —el diseño— que, vistas las circunstancias, van dejando de interesarme.