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Si hay que hacer caso de los orígenes —y es obligado hacer de ellos un caso religioso—, mi entrada «triunfal» en el del diseño gráfico tuvo lugar con la oportunidad de proyectar revistas. La primera y muy determinante fue el fastuoso boletín que barruntamos para un Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Catalunya y Baleares (en aquellos tiempos así se llamaba) que estrenaba la primera junta democrática de su historia.
Era una revista de un estilismo impactante que, a juicio de la crítica solvente, creó escuela. En plena euforia, Daniel Giralt-Miracle escribió que «la entrada del diseño contemporáneo en la época moderna la proporcionó la maqueta» que proyecté en los veinticuatro números de una epopeya técnico-humanista estrangulada con mala fe, mucho antes de su hora.
Contra pronóstico, la revista no tenía criterios ni gustos establecidos. Muy al contrario, la crítica de la construcción, la arquitectura y el urbanismo era libre, gestionada al margen de prestigios —más supuestos que adquiridos— y decidida a participar en la lucha por una sociedad y un paisaje urbano más justos.
En aquel «paisaje urbano» llegó a tener cabida, también por primera vez en la historia, el diseño gráfico, tema al que dedicamos un número monográfico en 1971 que ha sido durante muchos años paradigmático.
El director-presidente, el aparejador Jordi Sabartés, el director, también aparejador, Francesc Serrahima, el periodista, poeta y escritor Manuel Vázquez Montalbán, el sociólogo Jesús Marcos Alonso y el secretario Fabrici Caivano, conmigo mismo en el consejo de redacción, éramos conscientes de que el título de la editorial del número cero: «En el principio está el fin», tenía todos los números para constituirse en premonitorio. Para los seguidores a ultranza de Andrei Jdànov, comisario del realismo socialista de la Unión Soviética, los elementos gráficos de la revista destacaban tanto del producto al que servían que, en un juicio sumarísimo, sentenciaron que eran un fin en sí mismos.
Así que no pararon hasta expulsarnos de un producto exquisitamente impreso por Industrias Gráficas Francisco Casamajó.
Cubierta de revista
Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Cataluña y Baleares
Barcelona, 1970


