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Cartel para anunciar una colección de libros
Tusquets Editores
Barcelona, 1972

En 1994, en el catálogo conmemorativo de los primeros 25 años que cumplía Tusquets Editores, la empresaria y editora Beatriz de Moura dedicó unos párrafos elogiosos al diseño perpetrado en su editorial, de signo más que progresista:
«Óscar Tusquets —entonces su marido— y Lluís Clotet fueron los primeros responsables de casi todas nuestras excentricidades, colección por colección, tapa tras tapa. Enric Satué colaboró en crear carteles que pasaron a ser tesoros buscados por coleccionistas, concretamente el que sirvió de publicidad para la serie Los Heterodoxos, dirigida por Sergio Pitol».
Con motivo del simpático aniversario, y en reparación a los años que hacía que el cartel estaba agotado, Beatriz encargó una edición especial, de formato reducido, como recordatorio para literatos.
Implícitamente, también destacó mi participación en el diseño del cartel que sirvió de publicidad al libro de Gabriel García Márquez Relato de un náufrago, y en cambio se olvidó por completo de mi colaboración en varias cubiertas de la célebre colección «Cuadernos marginales». Por cierto, una de ellas aparece reproducida en el catálogo recordando la introducción del troquel en algunas cubiertas, como la de Homenaje a King Kong, o la impresión en caliente de un disco microsurco en Los cantos de la conmoción, así como otras interesantes manipulaciones, habituales en las imprentas, como por ejemplo los corchetes de Prosas apátridas, el cartón rojizo de las carpetas tradicionales con gomas elásticas, de las que son buen ejemplo las cubiertas de la colección «Textos en el aire». En un lapsus imperdonable, que por tratarse de ella no le di importancia, atribuyó el diseño del volumen a Tusquets-Clotet, cosa totalmente cierta, pero el diseñador de la cubierta de cada volumen figura en la contra, y en esas contras aparece correctamente mi nombre. Pero ya se sabe, son gajes del oficio y a tantos años vista ha prescrito completamente cualquier reclamación. Pero que conste, una vez más, que nadie es perfecto, y por si hubiera algún interesado, le recomiendo que vea la cubierta de Péndulo y otros papeles, con un diseño innovador por lo que eran los tiempos.
La actriz Emma Cohen (entonces musa de la gauche divine) lo tenía colgado en su habitación de estudiante en una serie televisiva semanal que interpretaba que fue muy popular durante la temporada 1972-1973. Se llamaba «Tres eran tres», la dirigió Jaime de Armiñán y Emma era la germana pequeña y liberada de Amparo Soler Leal y Julieta Serrano.
El argumento del cartel se basa en un campo de coles fertilizado por los cerebros pensantes más originales del siglo veinte —y algunos del diecinueve—, amenazados por un tsunami japonés, mira por donde premonitorio. Y su vida ha sido gozosamente larga, puesto que como ya se ha dicho, lo reeditaron, plegado, en forma de pintoresca propaganda retrospectiva.